Lluvia, vapor y velocidad (1844)
William Turner es un paisajista romántico inglés cuya obra se caracteriza por el uso de la acuarela para difuminar contornos y formas, de manera que en ocasiones, más que ver las figuras, las adivinamos. De viaje por Europa, Turner se dedicó a estudiar el paisajismo clásico de Loraine y el colorido de Delacroix, además de recibir la influencia de Rembrandt y otros pintores europeos. Admirador de la tecnología de su tiempo, Turner intuye y explora la belleza que esconde la combinación de naturaleza y técnica.
En “Lluvia, vapor y velocidad”, una de sus obras más famosas, recoge todas sus investigaciones respecto a la atmósfera, la luz y el color. Pinta un oscuro tren con una locomotora a vapor atravesando un viaducto (que aún existe) en el norte de Inglaterra. Al primer golpe de vista es difícil percibir las formas, pareciera que el cuadro sólo tiene manchas, pero observándolo con atención, se descubre el tren, el agua, los pilares del puente, los vagones, las ruedas, el humo de la chimenea… Se devela todo, pero de manera difusa y borrosa, lo que atrapa la atención. La obra invita a reflexionar sobre lo que el artista ha pintado, haciéndonos participar activamente en el cuadro.