Composición VIII (1923)
De origen ruso, nacionalizado alemán y posteriormente francés, Kandinsky complementó sus estudios de derecho y economía con clases de dibujo y pintura. A los treinta años estudió pintura en Munich, Alemania, y con otros artistas organizó el grupo “Der Blaue Reiter” (El Jinete Azul). Descubrió que la representación del objeto en sus pinturas era secundaria -e incluso perjudicial- y que la belleza de sus obras residía en la riqueza cromática y la simplificación de la forma. Sus exploraciones afloraron en una experimentación continuada que culminó con la conquista definitiva de la abstracción. El propósito de Kandinsky consistía en transmitir al espectador un enfoque espiritual del arte, que él llamó “principio de la necesidad interior”, lo que significa la necesidad de una búsqueda de lo espiritual en el arte abstracto.
“Composición VIII” representa un conjunto de líneas, formas y colores dispuestos en el espacio, dando origen a una composición abstracta de elementos que invitan a descubrir múltiples significados e intenciones del autor. La interpretación es abierta y el espectador puede aportar sus propias ideas, sentimientos, sensaciones o evocaciones, lo que genera una relación interactiva con la obra y permite diferentes lecturas y significados, dependiendo de la sensibilidad de la persona que lo observa.