Marilyn, (1964)
Andy Warhol, artista estadounidense de origen eslovaco, trabajó ocasionalmente como decorador de vitrinas. Su miedo a la pobreza –“me aterroriza poder perder todo en un minuto y volver a ser miserable” decía- le impulsaron a realizar trabajos publicitarios y diseños al mismo tiempo que pintar. Al transformar objetos de consumo en arte, Warhol fue uno de los artistas que dio origen al pop art. Célebres son sus latas de sopa Campbell´s, botellas de Coca Cola y figuras del cine convertidas en mitos.
En “Marilyn”, deliberadamente Warhol procedió a despersonalizar la obra de arte, ya que es un retrato en que se puede reconocer su origen comercial y el proceso técnico. El artista colocó el retrato de Marilyn Monroe sobre un fondo azul. Como base emplea una fotografía que se lleva al lienzo, ampliada mediante el procedimiento de la serigrafía. A pesar de la simplificación que supone este método, los atractivos de la actriz no se reducen: los rizos teñidos de rubio, los labios sensualmente pintados, los ojos estilizados por la expresión del rostro, con esa mirada velada tan suya y las cejas arqueadas, están claramente presentes en el cuadro.