Autorretrato (1497)
Hijo de un humilde orfebre, Durero es considerado el principal representante alemán del renacimiento: es prácticamente el único artista del norte de Europa que absorbió la lección italiana de la teoría científica y el arte, llegando incluso a escribir un tratado sobre la proporción humana. Hasta él, ningún pintor había sido tan prolífico en autorretratos. El primero lo pintó a los 13 años, donde ya se revela como un personaje orgulloso y seguro. “En todos los hombres se encuentra la perfección de forma y la belleza”, solía decir.
Este autorretrato –pintado como obsequio para su novia- lo muestra a los 26 años, y es una de sus obras más relevantes. Para realizarlo utilizó un espejo, por lo que su mirada aparece dirigida hacia el observador. Las delicadas aplicaciones de brillos que se observan especialmente en el tratamiento de la cabellera, la barba y el bigote, se deben en gran parte a los finísimos pinceles de armiño que acostumbraba a emplear.